Arcadio Blasco
Mi padre y sus dibujos luminosos

28 May         20 Jul 2018


“Allí nacían estos dibujos que representaban la luz que pasaría a través de los vidrios destinados a transformar la atmósfera de un espacio en otros lugares, pero que ya estaban transformando e influyendo la visión del mundo de aquel niño que lo contemplaba.”

Esta exposición ha sido comisariada por Isidro Blasco, hijo del artista, y acompaña a la que se puede ver en estas mismas fechas en la Sala Mercadal del Colegio de Arquitectos de Madrid titulada “Espirales de Luz. Luis Cubillo y Arcadio Blasco, 1956-1974”.

Esta muestra ha sido posible gracias a la colaboración del MUA Museo de la Universidad de Alicante.




La razón primera de mostrar estas obras en este espacio expositivo, es la amistad y colaboraciones artísticas que me unen con Belén Moneo y Jeff Brock, y que son similares en espíritu a la relación profesional y vital que unía a la generación de nuestros padres, en aquellos años de la “integración de las artes”. También por las impresiones que me causaron de pequeño estos dibujos preparatorios en su mayoría de vidrieras que mi padre luego realizaría en edificios de vanguardia de arquitectos tan importantes como Luis Cubillo de Arteaga, Luis Martínez-Feduchi, Jose Luis Fernández del Amo, Javier Carvajal, y otros.
   
Estas impresiones se catalizan viendo a mi padre trabajando sin descanso durante los meses de verano, en la casa de campo familiar en las proximidades del pueblo de Mutxamel, Alicante. Él siempre decía que descansar era cambiar de actividad. Y en esas calurosas tardes entraba yo a hurtadillas a su taller y lo encontraba encorvado sobre la mesa de dibujo, trazando líneas negras con el Rotring y los cuadraditos de colores con tinta china. Me fascinaba la sensación de tranquilidad, de paz que se respiraba allí, con el único sonido del raspar de la herramienta sobre el papel. Con las ventanas entornadas para que no entrara el calor pero sí la luz suficiente para ver la superficie del papel. Me fascinaba aquella penumbra en claro contraste con la intensa luz exterior y era para mí como que algo se estaba tramando; siempre sentí una curiosidad insaciable por ver lo que allí sucedía, me quedaba embobado mirando cómo iban surgiendo las líneas, una tras otra hasta rellenar toda la superficie. Allí nacían estos dibujos que representaban la luz que pasaría a través de los vidrios destinados a transformar la atmósfera de un espacio en otros lugares, pero que ya estaban transformando e influyendo la visión del mundo de aquel niño que lo contemplaba.

Isidro Blasco
Mayo, 2018